El lobo Mexicano
Los nuevos aullidos del Santuario
Estas imágenes, tomadas por Sisel Lan en el Santuario Extinción Cero, muestran a los miembros más jóvenes de la manada: los cachorros de lobo mexicano. Su llegada simboliza el éxito de los esfuerzos de conservación y la esperanza de una especie que estuvo al borde de desaparecer.
El celo de las hembras ocurre solo una vez al año, entre febrero y marzo, y dura apenas unos días. Durante ese breve periodo, solo la hembra alfa se reproduce con el macho dominante. Tras una gestación de unos 63 días, nacen las crías, generalmente en mayo, cuando el clima es más favorable y hay abundancia de presas.
Cada camada suele tener entre 4 y 7 lobeznos, aunque pueden llegar a ser hasta nueve. Nacen ciegos, sordos y completamente dependientes de su madre. Los primeros días permanecen ocultos en una madriguera, y toda la manada —no solo los padres— colabora en su crianza: los hermanos mayores les llevan alimento regurgitado y los protegen de cualquier amenaza.
El aullido de un cachorro es débil y agudo, pero pronto aprende a unirse al coro familiar que refuerza los lazos de grupo. Cada nacimiento como el de estos pequeños es una victoria para la conservación del Canis lupus baileyi, una prueba de que el trabajo conjunto entre ciencia, compromiso y amor por la naturaleza puede devolver la vida a una especie que una vez estuvo en silencio.
En el Santuario, estos pequeños crecen bajo cuidados que respetan su naturaleza. No se les domestica: se les enseña a ser lobos, a comunicarse, jugar y reconocer jerarquías.
Cada uno de ellos es una historia de supervivencia, una chispa de futuro para una especie que se niega a desaparecer.
Sigue recorriendo la exposición y conoce más sobre cómo las manadas cooperan para asegurar el futuro de su especie.


